El Sahara Occidental es un territorio que resuena en la cabeza de toda la ciudadanía de nuestro Estado con mayor o menor cercanía.
Cada vez que se habla de personas refugiadas recordamos que, hace 49 años, nuestro Estado obligó a casi un millón de su población a elegir entre vivir en campamentos de población refugiada o en su propio territorio bajo la ocupación marroquí viviendo la vulneración de derechos a diario.
Cada vez que se habla de infancia y sus derechos viene a nuestras cabezas los niños y niñas de vacaciones en paz que cada verano conviven en nuestras casas y, que a su corta edad, se convierten en embajadoras de la causa de su pueblo con orgullo.
Cada vez que se habla de crisis climática suenan las alarmas, nuestro gobierno es responsable de que miles de personas vivan en medio del desierto, en una tierra inhóspita prestada por Argelia donde los días más calurosos se sobrepasan, con creces, los 50 grados.
Cada vez que se habla de defensoras de Derechos Humanos retumban los nombres de Aminetu Haidar, Sultana Khaya y los cientos de personas presas por cuestiones políticas en el Sáhara occidental.
Cada vez que se habla de descolonización ponemos el foco en el Sáhara Occidental por ser el único territorio africano que tiene pendiente su proceso de autodeterminación como República Árabe Saharaui Democrática y que, es reconocido como país -y el del Frente Polisario como su legítimo representante- más de 80 países. Además recordamos la responsabilidad de España porque, según la ONU, sigue siendo la potencia administradora del territorio
Cada vez que hablamos de memoria histórica, nos acordamos de las personas asesinadas y desaparecidas en el Sáhara Occidental bajo bandera española y la deuda que perpetúa nuestro gobierno con las familias de las víctimas.
Cada vez que se habla de Europa, pensamos en las sentencias del Tribunal de Justicia de la Unión Europea (TJUE) que invalidan los acuerdos comerciales entre la UE y Marruecos por incluir recursos del Sahara Occidental sin el consentimiento del pueblo saharaui.
Por todo lo anterior, hoy, 14 de noviembre condenamos los acuerdos tripartitos de Madrid que España orquestó junto a Marruecos y Mauritania hace 49 años; exigimos a nuestros gobernantes que resuelvan esta deuda histórica y que sean consecuentes con la posicionamiento de la ciudadanía que el próximo sábado (16 de noviembre) volverá a llenar las calles de Madrid para reivindica justicia para el Sáhara Occidental y ratificará su solidaridad con la población saharaui.
Ana Suárez González
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